Elija una inspiración, poeta, se hace tarde

Elije una inspiración, poeta... se hace tarde

“Elija una inspiración, poeta, se hace tarde”

 

I

Pronto se va a cumplir un año de la publicación de mi último libro y aquí estoy, sin saber cuál será mi próximo proyecto. ¿Faltan ideas? No, tengo varias, pero no sé con cuál arrancar… 

Un proyecto de escritura es como una relación de largo plazo. Sí, claro, también está el amor de verano: podemos escribir un breve relato y luego abandonar la tarea. Estoy hablando de otra cosa. 

Tengo tres ideas en mente que me aparecen y desaparecen. Y me llegó la hora de decidir cuál es ese próximo compromiso a largo plazo.

 

II 

Cuando estábamos esperando a Ivana, mi cuñado nos regaló una cajita de postales de Liniers. Todavía faltaban un par de meses para que naciera y yo proyectaba colgar esas postales en una pared en su futura habitación. Pero vivíamos en un dos ambientes. El dormitorio de Ivana llegó bastante después. Y a mí esas postales me encantaban.

Un día decidí que iba a poner una en mi escritorio y le pedí a mi compa que la eligiera. Sí, tal como lo intuís, eligió esta:

 

III

Ivana tiene cinco años y medio, vivimos en un tres ambientes con patio y el dormitorio ahora también es de Valentina. Trabajo en un espacio prestado (gracias, Cele) y mi escritorio es una mochila que va y viene según restricciones vigentes, horarios escolares y agendas varias. 

Con la computadora, los cargadores y la billetera, también van y vienen libros y cuadernos. Y los lunes son lunes, qué le vamos a hacer. La mañana es como una carrera de postas: entre levantarse, vestirse, los delantales, las chocolatadas que se vuelcan, los cepillos de dientes y las trenzas cosidas, hay tres mochilas que preparar. La mía incluida. Sí, ya sé, a veces hago eso de prepararlas el día anterior. Otras no. Y esta fue una de las que no: el cuaderno equivocado se metió en la mochila y, con él, esta postal.

 

IV

En terapia sale una frase reveladora: “Un deseo también implica una pérdida”. 

A la noche, en el taller de narrativa una participante está pasando por algo parecido. Tiene que elegir, se siente insegura y no sabe si tiene ganas o no de meterse en ese proyecto que mencionó la semana anterior. Lo hablamos entre todas. 

El taller también me habla.

 

V

Esta semana la participante vino con su proyecto avanzado. Qué envidia. Me voy a dormir pensando en que yo sigo peloteando entre tres proyectos: el de mi abuela, la novela y esa historia de amor que se me olvida.

Me despierto incómoda pero no sé por qué.

Agarro la toalla, el libro de la mesa de luz y me meto en el baño. Releo a Sontag mientras se calienta el agua de la ducha e intento no hacer ruido para no despertar a las niñas. Pienso una consigna para el cuadernillo de junio. Recuerdo mi sueño.

 

VI

Me hubiera gustado terminar el proyecto sobre la historia de mi abuela antes que ella falleciera. No pudo ser.

El otro proyecto, la novela, tiene que ver con cosas que aún me están tocando de cerca. La historia no está cerrada. Cada vez que siento que lo está, vuelve a abrirse y a hacerse presente. 

Una frase: “El presente es ese momento en el que el futuro se hace pasado”.

 

VII

En clase hablamos sobre el amparo de la ficción: es un paraguas que te salva y te permite decir. 

Aunque no me considero una poeta, ya elegí mi inspiración.

 

Escribí estas líneas a partir de algunos retazos de textos de mis diarios. El proceso interno por el que pasamos quienes escribimos a veces es neblinoso y está bueno mostrarlo para derribar mitos de escritores con super poderes.

Vos, ¿qué textos tenés revoloteándote en la cabeza? ¿Cuál pensás que es el próximo proyecto elegido?

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