Primavera creativa

Ideas para escribir
Ideas para escribir
Foto de Natalie Su, vía Unsplash

Es posible que muchas veces te sientas frustrada porque no se te cae una idea del marote. Te sentás frente al teclado o con cuaderno en mano dispuesta a escribir lo que sea que te guste escribir, y no sale. La sensación agobia y ese mismo agobio te traba más y más.

Sin embargo, en el otro extremo, hay otra situación tan frustrante o agobiante como esta: te surgen tantas ideas que no sabés qué hacer con ellas. Llamémosla “primavera creativa”. Me dirás en este punto: bueno, che, pero tampoco para quejarse de llena… No, no tiene que ver con quejarse, tiene que ver con reconocer que hay momentos en los cuales las ideas brotan como locas y no te dejan detenerte en ninguna.

En las últimas dos semanas, la enredadera de casa pasó de pelada a frondosa. Sí, en dos semanas. Te juro que, siendo el primer año que vivo en esta casa, no lo puedo creer todavía. La pared estaba literalmente gris, vacía, solamente recorrida por los arabescos marroncitos de los tallos que trepaban sobre ella y ahora parece que no cabe una hoja más.

Desde el año pasado que estaba con la idea de escribir un libro de cuentos pero no sabía por dónde empezar. Hace unas semanas, me puse a revisar algunos cuadernos y archivos viejos y resulta que ahora tengo, sin exagerar, dieciséis ideas para cuentos: cinco escritas, tres esbozadas y ocho solo anotadas como idea en uno o dos párrafos. Además, tengo apuntes para unos ocho cuentos más, una nouvelle y un guión para documental.

Sí, la primavera me pegó como a la enredadera. Y aunque los números del párrafo anterior suenen felices, lo cierto es que hubo un momento en el que sufrí mucho porque no sabía qué hacer con eso. Me llevó tiempo, primero, reconocer a las ideas como tales; segundo, anotarlas y darles entidad en una listita; tercero, comenzar a escribir alguna, la que fuera, sin que en el medio me fueran llegando más y más ideas.

¿Qué te quiero decir con todo esto? Que así como hay que respetar los momentos en que “no pasa nada”, hay que aprovechar estas “primaveras creativas” con la serenidad de un monje. Cuadernito en mano e ir bajando a la Tierra aunque sea en una línea lo que te pasó por la cabeza. Sin desesperar. Ya llegará el tiempo para que cada hoja crezca por su cuenta y luego todas juntas logren un frondoso follaje.

¿Te pasó alguna vez algo así? ¡Contame!

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