“El tío Marcos”, cuento inédito de Kari Wain

El tío Marcos (1)

 

Me llamo Fermina Klainer y nací el 23 de octubre de 1925. Mi infancia fue muy feliz porque fui la primera hija y la primera nieta de toda la familia. Es decir que empecé  a formar la descendencia Klainer Youngman. Tuve muchas tías y muchos tíos que fueron llegando de Europa, del lado de mi papá y del lado de mi mamá. Como yo era la única criatura, todos andaban alrededor mío. Y como los que iban llegando eran extranjeros, cuando tenía cinco años ya los llevaba a conocer el barrio. Vivíamos en Villa Crespo, en Camargo al 500. Lo único que sabía hacer a esa edad era eso: ir al Parque Centenario, que era Camargo derecho seis cuadras hasta el Parque. Como los grandes trabajaban y no podían ocuparse de los inmigrantes, yo los atendía. Así aprendí un poco de Yiddish, porque ellos no sabían castellano, entonces mientras les iba explicando, yo aprendía algo de Yiddish y ellos aprendían algo de castellano. Mi tío favorito era Marcos Youngman, el hermano menor de mi mamá; él me regaló el anillito que yo le di a tu hermano Marcelo.

 

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Mis padres siempre sirvieron de apoyar a la gente que hacía esos trabajos. O sea, usaban la casa de mis padres para hacer reuniones secretas. Porque no todos tenían que saber dónde se reunían. Entonces, la gente que hacía esas tareas tenía grupos de amigos para ir reuniéndose: una semana en una casa, otra semana en otra casa y así. Siempre de gente conocida pero que no tenía nada que ver con el partido.  Yo no sé qué actividades hacían ellos. Yo sabía que eran amigos de mi papá y que hacían reuniones, pero mi papá no entraba a las reuniones. O sea, les prestaba la casa. Las mujeres llevaban una bolsa como si fueran al mercado y en lugar de ir al mercado venían a mi casa. Se reunían en la habitación principal. Así venía un grupo de ocho o diez personas. Yo era chica. Solo participamos en alguna oportunidad que festejaran algún acontecimiento, que preparaban una fiesta, una reunión, como si fuera, qué te puedo decir, un cumpleaños.

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Yo empecé a tener noción de eso a los cinco años. Ahora, nunca me dijeron que no cuente nada a nadie, que no le cuente a alguna amiga. Pero yo nunca le conté a nadie que a mi casa venía gente. Y muchas de esas personas venían del extranjero. Una vez vino una compañera francesa que dicen que era una dirigente importante en Europa. Oí que los adultos hablaban de eso. Lo que recuerdo yo como chica es que le trajo a mi mamá una blusa de Francia, que era algo que acá no había. En Villa Crespo no había una cosa así. Eso me sorprendió, me impactó como mujer, a pesar de tener cinco años. Y mi mamá… cuando se puso esa blusa todo el mundo la miraba como diciendo “¿¡de dónde sacó esa blusa!?”.

  

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Yo tenía una tía, Majchte, que era una hermana de mi mamá que estaba casada con Yishe, un hermano de mi papá. Ellos no tenían hijos. Para ellos yo era como la hija que (seguir leyendo…)

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