No es lo mismo

Virginia Woolf

Veo [muy seguido] confundir estos términos… La escritura automática viene de la tradición surrealista. Las páginas matutinas son una propuesta de Julia Cameron. El flujo de conciencia es un artificio literario que introdujo la one and only Virginia Woolf. Si querés saber más sobre cada uno de ellos, te invito a seguir leyendo.

 

Escritura automática

El origen de la escritura automática es una propuesta de André Bretón, un escritor, poeta, ensayista y teórico considerado uno de los creadores del movimiento surrealista.

Recordemos que el surrealismo es un movimiento no solo literario sino artístico que surgió en Francia en el periodo de entreguerras del siglo XX. Sus miembros, se inspiraron en las teorías psicoanalíticas y su búsqueda era plasmar cierto funcionamiento del inconsciente, despojándose de toda racionalidad.

La escritura automática intenta una suerte de “fotografía” de lo que sucede en el inconsciente a través de la palabra. Para esto, la técnica era escribir los sueños o pensamientos sin ningún detenimiento o razonamiento lógico. Según André Bretón, este procedimiento daría lugar a un discurso poético que cruzara los límites instalados por el canon estético, social o moral. En sus palabras:

“Un dictado del pensamiento, en ausencia de todo control ejercido por la razón y fuera de toda preocupación estética o moral”.

 

Páginas matutinas

Es bastante después del surrealismo, en 1992, que Julia Cameron publica su conocidísimo libro “El camino del artista”. En este libro, propone una serie de actividades para lograr desbloquear la creatividad en artistas y profesionales de distintas disciplinas.

Las páginas matutinas son una de las herramientas que la autora invita a llevar a cabo. Quizá, la más importante de todo el libro.

“Las páginas matutinas dibujan nuestro mapa interior. Sin ellas nuestros sueños podrían seguir siendo terra incognita”.

La técnica consiste en escribir al menos tres páginas sin pensar, todos los días por la mañana, dejando salir aquello que se nos cruce por la cabeza sin mediar razón. Dicho así, pareciera ser lo mismo. Pero es importante entender que las páginas matutinas se insertan en todo un proceso de búsqueda que la autora armó en función de su experiencia en el trabajo con diversas personas durante mucho tiempo.

“Las páginas nos rescatan de la desesperación y nos empujan hacia salidas con las que ni siquiera habíamos soñado.”

En este sentido, las páginas matutinas no son una búsqueda estética, como lo era en el surrealismo, sino que se tratan de una herramienta dentro de un proceso de trabajo subjetivo, interno, introspectivo. No quieren quebrar una norma sino que el artista o individuo pueda despojarse de aquello que le impide crear.

Julia Cameron dice que

“Dicho de manera simple, las páginas matutinas son tres páginas de fluir de conciencia escritas a mano”.

Y quizá esta definición es la que nos confunde con el término “flujo de consciencia” que viene del modernismo inglés. Veamos de qué se trata.

Flujo de consciencia

Entre finales del siglo XIX y principios del XX, el filósofo y psicólogo William James publicó una serie de trabajos sobre la consciencia, tema que lo apasionaba. Vaya cosa que el hombre era hermano del autor Henry James. Y una cosa llevó a la otra, y sus trabajos cayeron en manos de Virginia Woolf, quien enseguida se interesó en ello. En particular, le llamó la atención su trabajo sobre el “fluir de la conciencia” en el cual William James describía que los sucesos no se daban en la mente de manera separada. En sus palabras, un acontecimiento mental:

“no es nada unido; fluye. Un ‘río’ o una ‘corriente’ son las metáforas por las cuales se describe de forma más natural. Al hablar de esto más adelante, llamémoslo la corriente de pensamiento, conciencia o vida subjetiva.”

Virginia Woolf toma nota de estos avances en materia de psicología y comienza a aplicarlos a su narrativa. Para esta autora, una novela ideal carecería de argumento y primarían los pensamientos de los personajes. Si nos fijamos, en Mrs. Dalloway, los hechos en sí mismos son mucho menos importantes de lo que acontece en el interior de los personajes.

Lo importante, en este término, es entender que no se trata del fluir de conciencia de la autora sino que es un artificio que ella logra a través de la palabra. Es una construcción. Un artificio que busca lograr ese efecto del fluir de la conciencia de la que hablaba William James.

 

¡Espero haberte ayudado a ordenar un poco estas ideas!

Contame en comentarios qué te pareció el artículo y de qué otras cosas te gustaría que hablemos en el blog.

Acá podés compartir este post

SUSCRIBITE A MI NEWSLETTER GRATUITO Y RECIBÍ INSPIRACIÓN Y HERRAMIENTAS PARA ACERCARTE AL MUNDO DE LA LITERATURA