Diferencias entre escritura terapéutica y terapia narrativa

¿Escritura terapéutica o terapia narrativa?

Si alguna vez hiciste uso de una hoja en blanco para escribir lo que sentías, y dejaste salir aquello que no podías guardar, seguramente sabrás que la escritura es un medio muy eficaz para expresarnos y fluir con las palabras. Está comprobado por especialistas en psicología que la tarea de escribir nos ayuda a expresarnos emocionalmente, contribuyendo a esclarecer ideas y al mismo tiempo, liberarnos de muchos sentimientos que están atrapados dentro de nuestras mentes. Estas características son el motivo por el cual existe la escritura terapéutica y la terapia narrativa. Si bien por definición parecen sinónimos, cada una de ellas tienen detalles que las distinguen. Por esta razón, vamos a profundizar un poco más en estos tipos de escritura. 

¿Qué es la escritura terapéutica?

La escritura terapéutica es una actividad que podrías realizar en este instante, y puede hacerse simplemente con un lápiz y una hoja (o un archivo de texto en tu ordenador). La escritura terapéutica se basa en la libertad de expresión, es decir, dejar fluir lo primero que se te ocurre, sin juzgarte ni censurarte. No es necesario que las frases se completen o resulten coherentes.

Esto puede ayudarte a evocar viejos recuerdos, dejando que la mente complete aquellos espacios que creíamos vacíos u olvidados. Por ejemplo, podrías escribir sobre tus recuerdos de la infancia, la comida que te gustaba cuando tenías siete años, o un viaje que marcó un antes y un después en tu vida. En muchas ocasiones, podrías sorprenderte de la cantidad de recuerdos que podrías llegar a revivir con el simple hecho de escribirlos.

La mayoría de las personas que incursionaron en la escritura terapéutica llevan registro de sus sueños, ayudando a captar y recordar detalles sobre escenas que imaginaron durante la noche anterior. Aunque parece algo simple, puede ayudar a comparar características entre los sueños registrados y relacionarlos con las situaciones que te sucedieron a lo largo del día.

Cómo podés notar, lo más importante es que esta actividad te resulte interesante y que te ayude a extraer detalles que no podías dejar salir de otra manera. Esta ocupación puede ser un espacio en el cual podés reflexionar, en el cual dejás de lado todas las responsabilidades cotidianas para concentrarte en esta tarea. Si tenés la oportunidad de crear un ambiente tranquilo y descontracturado para este momento, podrías disfrutar de una sesión meditativa mediante la escritura. 

¿Qué es la terapia narrativa?

Es un tipo de psicoterapia que se aplica como una técnica para hacer un acercamiento al paciente. El terapeuta puede hacer uso de la terapia narrativa para entender a la persona que asiste por algún problema o dificultad, invitando a la misma a expresar sus habilidades, dificultades, deseos, éxitos y fracasos a través de las palabras. 

Esta externalización de lo que la persona siente, puede ayudar a encontrar relaciones entre sus problemas y lo que piensa, de formas que no serían posibles mediante otros medios. El sujeto de terapia, de esta forma, va construyendo con ayuda de su terapeuta una identidad distinta, que lo ayuda a superar un trauma y descubrir el potencial que estaba oculto dentro de él.

La terapia narrativa se utiliza, por ejemplo, en aquellos pacientes que no pueden expresarse con lujo de detalles en una sesión de forma oral, o cuando sus vivencias traumáticas le impiden hacerlo de forma directa. En definitiva, son una excelente herramienta en terapia para aclarar quiénes somos y cuál es nuestra dirección, cuál podría ser el origen del problema y los verdaderos valores que rigen nuestra vida.

Las conclusiones pueden ser facilitadas por el terapeuta, quien ayuda a examinar, evaluar y cambiar su relación con el problema, a modo de “investigador” que aborda el texto y analiza lo que observa.  

El psicoterapeuta Martín Payne, autor de la obra Terapia Narrativa (2002), indicó en su libro que una vez que las personas terminaron su narración, se recomienda al terapeuta que haga preguntas relacionadas al relato, a fin de extenderlo o aclararlo. El redactor puede detallar aún mejor cómo experimentó la elaboración de su texto, y a través de las respuestas, el profesional puede constituir la base de la terapia. 

Esto es así porque, según su teoría, muchos elementos cruciales de la experiencia traumática están “escondidos u omitidos” en la escritura. También indica que el terapeuta puede tomar un rol activo en la redacción, guiando a su paciente a encontrar las palabras adecuadas a lo que siente, en un proceso que él denomina “bautizar el problema”. 

También  definió este tipo de actividades como la elaboración de un “lenguaje externalizador” que tiene efectos muy positivos en la vida de una persona, algo que también puede ayudarlo a tomar distancia de su problema y resignificarlo.

 

¿Cuál es la diferencia entre terapia narrativa y escritura terapéutica?

La diferencia principal entre ambas prácticas radica en que la terapia narrativa es una práctica supervisada por un profesional y, como indica su nombre, tiene fines meramente terapéuticos. Generalmente están enfocadas en la búsqueda de resolver una interrogante relacionada a un problema o dificultad. 

Esto no sucede así con la escritura terapéutica, la cual está relacionada a la búsqueda de nuestra identidad y a la reflexión en sí misma. La escritura terapéutica debe surgir de una inquietud interna, y las conclusiones obtenidas son algo más personal, producto de lo que hemos analizado de nuestros propios textos.

En ambos casos, la escritura puede llegar a ser un método muy efectivo para despejar la mente y descubrir aspectos de nuestra personalidad que estaban ocultos de alguna manera. Muchas veces, el objetivo de escribir no solamente se limita a comunicar a otros, sino que también sirve para comunicarnos con nuestra propia mente sobre lo que pensamos y lo que nos sucede. 

 

Cómo puede ayudarnos un diario a nuestro proceso creativo

Cuando nos abocamos a escribir, es común que en nuestro proceso creativo nos encontremos con nudos mentales. Esto puede suceder porque además de escribir, tenemos muchas otras actividades diarias. Algunas de ellas pueden afectarnos de forma negativa: un día con una jornada laboral exigente, una comida que salió mal, un imprevisto a mitad de un viaje, o simplemente nos levantamos con el pie izquierdo. 

Sin darnos cuenta, esto termina afectando nuestra percepción y bloquea nuestra sensibilidad al momento de expresarnos a través de la palabra. Tener a mano un “diario íntimo” (un nombre que se puede aplicar a un simple anotador o cuaderno) nos ayuda a dejar salir todas esas frustraciones de nuestro presente y pasado. Si aclaramos las turbulentas aguas del pensamiento, podemos lograr que las palabras fluyan mejor y encontremos la creatividad necesaria para continuar escribiendo.

Por otro lado, muchos escritores, a lo largo de su día, se encuentran con muchos elementos que los inspiran en sus propias narraciones. No obstante, las tareas diarias pueden hacer que se olvide la mayoría de estas percepciones y tener a mano una libreta puede ser una solución. 

Escribir lo que sentimos en un momento dado, reconociendo nuestros sentimientos personales sobre el entorno, además de ser terapéutico y colaborar a mantener registrado todo lo que nos llamó la atención cuando llegue nuestro momento de elaborar la narración. 

Por ejemplo, si te encontrás sentada esperando el tren, y el movimiento apresurado de las personas te despierta un sentimiento, podés aprovechar ese momento para anotar aquello que te llamó la atención, y quizás evocar un recuerdo que podrías relacionar de tu infancia o juventud. 

La escritura como estilo de vida

La mayoría de las personas que iniciaron en el mundo de la escritura lo hicieron probablemente en su adolescencia. Esto no es una coincidencia: ésta es la etapa donde estamos repletas de pensamientos, estamos buscando nuestra propia identidad y cuál es nuestro propósito. Sin embargo, no tenemos demasiados recursos para expresarnos, y es en ese momento que surge la necesidad de escribirlo, cuando las ideas desbordan nuestra mente  y ya no conseguimos contenerlas. 

De forma casi intuitiva, empezamos a introducirnos en la narrativa como una forma de alivio o desahogo de lo que nos pasaba en esa etapa tan compleja como revolucionaria. A pesar de que los años pasan, el hábito de escribir no nos abandona y seguimos recurriendo a él para dejar fluir nuestra creatividad. 

No obstante, si somos observadoras podemos notar cierta subjetividad en nuestras palabras, o quizás, conclusiones de lo que nos pasa internamente a medida que escribimos. Es por esta razón que puede ser tu gran aliado en momentos difíciles de la vida, o simplemente, cuando buscamos un “cable a tierra” en un mundo cada vez más apresurado y competitivo.

En conclusión, tanto si buscas aplicarlo en tu terapia como para facilitar tu proceso creativo, la escritura te va a ayudar mucho y de formas insospechadas. 

Si te pareció interesante el contenido de este artículo y te gustaría compartir este análisis con otras mujeres sensibles e inteligentes como vos, te invito a participar de la Masterclass “La Escritura terapéutica y tu proceso creativo”, a cargo de la profesora invitada Patricia Fagúndez. 

Ésta es una oportunidad única para aprender más sobre la escritura como terapia desde el punto de vista de una profesional.

 ¡Te esperamos! 

 

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