La escritura como proceso

La escritura como proceso

Lo que leés no es la primera versión.

Lamento si te estoy tirando abajo ese mito de creador iluminado que escupe unas palabras sobre el papel o la pantalla y, así como salen, van a imprenta.

Una de las mayores presiones que sentimos al escribir es que nos “salga bien”. Como si fuera posible publicar sin corregir antes, sin investigar, sin experimentar sin atravesar el proceso.

Esa es la palabra: proceso.

En pleno balance sobre febrero me quedó haciendo eco todo lo vivido en el workshop que di en @crisalida.tienda. El eje con el que organicé los ejercicios fue “la escritura como proceso”.

En este nuevo artículo de mi blog te cuento un poco más sobre los distintos momentos de un proyecto escrito y algunos tips para que los transites con más libertad.

¡Que escribir no te sea una tortura!

 

Primer momento: Despojo

Para entrar en el “modo” creativo hay que sacarse de encima el traje (¡o la armadura!) de lo cotidiano. Hay que desapegarse de los preconceptos, de lo conocido, del deber ser.

¿Fácil? Ni un poco.

Hay cosas que tenemos tan incorporadas que nos cuesta hasta verlas, ¡mucho más sacarlas! Por eso, es importante que puedas reconocer qué lugares son los que te incomodan.

TIP: Para esto te recomiendo hacer collages en los que puedas ilustrar tus miedos y bloqueos, que practiques la escritura automática, que te generes rutinas para empezar a escribir (¡cuanto más simples, mejor! Acordate que el momento ideal para escribir no existe, hay que crearlo).

 

Segundo momento: La idea que te enamora

Algo o alguien. Un sonido, un recuerdo, un sueño, un aroma, una caricia.

Una imagen (y con imagen me refiero a imagen sensorial, no solo visual) te aparece y sabés que es el disparador de un texto que se viene.

Te enamorás de ella. A veces es un amor que fluye con suavidad y otras veces reclama su espacio si no le das lugar para ir conociéndola cada vez mejor.

Pero de alguna manera sabés que, tarde o temprano, la vas a terminar desarrollando.

TIP: la relación con las ideas no es de las más llevaderas. Convengamos que no siempre son muy oportunas. Quizá estás en una reunión o haciendo ejercicio… ¿cómo anotar la idea? Como puedas.

Y, si no, háblale, como cuenta Elizabeth Gilbert que dijo Tom Waits. En el otro extremo, si las ideas se tomaron vacaciones, ejercitá. Para eso, te dejo estas 5 estrategias para superar bloqueos al escribir.

 

Tercer momento: Tipea que tipea

Y ahora que vos y la idea están en su mejor momento, dale gas. Sin censuras. Dale a esas teclas con ganas. Que las palabras fluyan: el caudal está abierto y abundante. No lo contamines con censuras que no te llevan a ningún lado. Déjate llevar como si estuvieras haciendo rafting.

Abrí, abrí, abrí. Hacete de escenas, de acciones, de personajes, de reflexiones, de descripciones, de todo lo que surja. Dale, dale, dale.

TIP: aprovecha a investigar, poné en práctica los ejercicios de escritura que conozcas para saber más sobre tu proyecto. Hace preguntas, ponete permeable. Todo a tu alrededor va a empezar a hablarte de tu proyecto: una conversación en un bar, un capítulo de dibujos animados, una canción, un comentario de una amiga sobre algo que nada que ver, un recordatorio de cumpleaños. ¡Quién sabe! Todo enriquece y nutre. Pero es indispensable que estés dispuesta a que todo eso te penetre. Si te dejaste la armadura (ver momento 1), se complica.

 

Cuarto momento: sacale tres cabellos

Ahora sí, hay que darle forma. Todo lo que escribiste es materia prima y tenés que entenderlo como tal. Ya sé, duele sacar esa metáfora que tanto te costó crear. Duele tener que dejar afuera la escena que tanto gozaste al escribir.

La prioridad ahora está en el lector y en el proyecto como un todo. Mientras escribo esto estoy decidiendo sacar un cuento de mi libro “Adultomorfa”. Es sobre mi abuela, quien falleció pocos meses después de haberlo escrito. Sin embargo, releo el libro completo y ese cuento no va ahí. No pertenece. No tiene el mismo clima, no sigue con el mismo mundo que se propone en los otros cuentos.

TIP: ¿Borré el archivo de mi computadora para siempre? No, señora. Lo corté, abrí un documento nuevo y lo pegué ahí. Y ahora es mi nuevo proyecto. Es el primer pedazo de arcilla de mi próximo libro. Quitar, lejos de hacernos perder, nos hace ganar. Así como hice con el cuento de mi abuela, podés hacer vos. Tené un archivo con retazos de lo que te va sobrando de los textos y cuando sientas que no sabés por dónde empezar, revisalo. Es probable que te encuentres con una buena imagen para desarrollar.

 

Quinto momento: ¡que se oiga!

Write drunk, edit sober”, decía el escritor Ernst Hemingway. Así que ahora, en frío, corregí tu texto. Releelo.

¿Cómo?

En voz alta, mujer. Que se oiga. Al espejo del baño, a tu bebé mientras te mira desde la sillita, a una amiga, al del portarretratos que tenés ahí sobre la repisa sea quien sea.

TIP: Leer en voz alta te ayuda a detectar repeticiones, a mejorar la puntuación, a saber si una oración no te quedó demasiado enredada… Respirá el texto, sentí los sonidos pasando de tu estómago a tu boca. Vibralo. El lector va a estar agradecido.

Aclaración importante: los momentos no necesariamente son “cronológicos”, es decir, podés empezar por redactar sin saber muy bien hacia donde vas y después una idea te enamora, o corregís y corrigiendo aparece un nuevo camino para tu texto que no habías considerado… El camino de la escritura (y de la creación artística en general) no es recto, es una maraña asombrosa que nos atrapa y con la que vamos tejiendo nuestro proyecto. Siempre, con amor y delicadeza.

¿Cómo vivís vos el proceso de escritura?

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